Me peino. Pero igual se enreda. Se enreda y me enredo yo. Con desaires y resquemores. Con desamores y desconfianzas. Con los colores más grises de la paleta…
Con lo fácil que es suavizar los nudos y peinarse con las púas del nácar más fino, y aliviar el alma, que pesen menos los incordios que no nos dejan conciliar el sueño y que hacen que la cabeza pese mucho… A no ser que lleguen brisas que traigan flores. Flores, muchas flores.
Texto: Marta Escartín Martín (a la que el pelo se le enreda igual que se le enreda la vida, aunque siempre lo sabe desenmarañar)